APORTE AL FORO VIRTUAL.
A sólo 5 años de la revolución francesa , en 1784, Kant produce una reflexión en la que reconoce en un rey como Federico de Prusia la figura del monarca ilustrado, de quien admite tolerar o permitir cierta libertad de sus gobernados para pronunciarse libremente sobre asuntos religiosos. Si miramos el contexto de la modernidad clásica, la ilustración, el enciclopedismo, el pensamiento europeo recién estaba despertando del letargo medieval, de ese bien llamado históricamente “oscurantismo” que durmió la conciencia de quienes por ese entonces, los europeos, eran quienes trazaban o imponían con la colonización, las líneas dominantes de la civilización. En ese marco histórico venia ya avanzada, desde el siglo XVI, la reforma religiosa protestante desde los países anglosajones y la respuesta de la iglesia, la contrarreforma. Definir la Ilustración desde esas coordenadas y más frente al nudo gordiano del conocimiento como era la cuestión religiosa, a mi juicio es un aporte significativo en el progreso del pensamiento transformador de la época.
La audacia en el pensamiento y la acción es lo que caracteriza según Kant una autonomía, una mayoría de edad, o una autorrealización cognitiva y vivencial del hombre. Y es precisamente esa naturaleza humana la que siempre se trata de ocultar individual y colectivamente en los sistemas sociales y económicos predominantes que nos rigen desde la modernidad hasta la actualidad.
Cuando en los textos que abordamos hoy los educadores, se habla se saberes autónomos, populares, cuando se nos propone nuestra identidad como trabajadores intelectuales alternativos, en las experiencias pedagógicas en que se construye una praxis transformadora del contexto rígido de la escuela, se configura esa mayoría de edad de la que habla Kant en su texto “Qué es la Ilustración”. La dificultad, la angustia, el reto de pensar por si mismos y validar las decisiones propias ante un medio hostil, ante ese “pensamiento único”, ante el establecimiento declarado como panacea de todos los problemas humanos, es la realidad que tenemos los docentes en nuestro día a día y en los proyectos de vida.
En nuestros estilos de acción indiferentes, o en esos “currículos ocultos” que mostramos los profesores en las instituciones para pasar agachados frente a los problemas, o simplemente esa consigna “de sálvese quien pueda” que adoptamos para no comprometernos con nadie, ni correr riesgos, hay una minoría de edad, una minusvalidez cognitiva, una cobardía disfrazada de razones individuales que tratamos de disimular acogiéndonos a la sombra de los formalismos del régimen, argumentando que esa es la normatividad vigente, aceptando sin ninguna actitud crítica los lineamientos oficiales que convierten la educación en una mercancía regulada por la oferta y la demanda.
En la dinámica del que hacer educativo pareciera cumplirse la conjugación de dos verbos : yo participo, tu participas, el participa, nosotros participamos… ellos deciden… Los tutores de los que renuncian a la emancipación, a la autodeterminación y la autonomía saben del control de su rebaño, conocen de la adicción al servilismo, y manejan la pereza y la idiotizacion de las masas que les producen sus riquezas y su poder enmarcado en leyes, conceptos y en el incuestionado orden natural de su dominación.
Kant, a mi juicio no se equivoca cuando expone y fundamenta una liberación humana desde el conocimiento, el saber y el intelecto frente a las tinieblas feudales, al orden divino del universo y al poder emanado de una entidad externa del hombre y la sociedad misma. No formuló, eso si, una filosofía de la transformación del mundo que expresó Marx más adelante cuando afirmaba en las 11 Tesis sobre Feurbach : “Los filósofos no han hecho más que interpretar de diversos modos el mundo, pero de lo que se trata es de transformarlo.”
La expresión “Sapere aude” : “ten la valentía de servirte de tu propio intelecto” es pues una consigna, no solo de la Ilustración, sino también válida para los docentes, es como lo diría Kant un “imperativo categórico” o deber ser en la línea de una educación de mayor calidad o también como lo decían los intelectuales colombianos en los años 70, fundadores del Semanario “Alternativa” : “Atreverse a pensar, es empezar a luchar”
Luis Miguel Tamayo Gaviria
No hay comentarios:
Publicar un comentario