ADRIANA MARTINEZ GIL
El ser humano reflexiona sobre su naturaleza en general, características, necesidades físicas y psicológicas, apropiación cultural, las formas de conciencia, habilidades y emociones pero pocas ocasiones cómo evolucionan estas características, cómo se desarrollan de acuerdo a nuestra edad y cómo nos vamos apropiando de nuestra vida bajo la influencia de la cultura y de nuestro medio, sin darnos cuenta tenemos nuestra propia personalidad en torno a unos valores, a una visión y un proyecto de vida que son la base de nuestra existencia.
Cuando tomamos la decisión de examinarnos para integrar este grupo de seres humanos coherentes, conscientes, con una identidad propia, constituyendo su vida, pensando el los otros, a la luz de un sentido de trascendencia e ideales que nos permiten avanzar en el crecimiento propio con pasos firmes pero abiertos a ajustes y cambios para lograr una cierta armonía y estabilidad, hemos logrado pasar de la minoría de edad carente de entendimiento, dependiente de otros a la libertad de pensamiento, de decisión y de crecimiento, con capacidad para examinarse así mismo, críticamente, entendiendo las necesidades propias y de su entorno, creando nuevas alternativas para dar dirección a su vida y favoreciendo a los demás.
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