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miércoles, 11 de agosto de 2010

CIUDADANIAS CONTEMPORÁNEAS Y LOS DERECHOS HUMANOS

CIUDADANÍAS CONTEMPORÁNEAS Y LOS DERECHOS HUMANOS.
REFLEXIONES
La modernización como todos los cambios que afectan el ámbito social, van generando “pagos de contado o a crédito” que es la cuota que los seres pagamos al tratar de buscar una sociedad más justa y civilizada (una mejor sociedad), donde la equidad y la igualdad sean una realidad.
En gran medida el comportamiento humano es la manifestación del impulso social innato del hombre. Esto explica que no todos nuestros actos son racionales y conscientes, pero sí generan dentro de los grupos sociales diferencias que van creando, como lo concibe Bauman, diferentes estrategias de convivencia como la exclusión, la asimilación y la invisibilización de los sujetos. Todas ellas van proporcionando características específicas a las sociedades de acuerdo con el momento histórico y geográfico en que se registran. Evidenciándose así las culturas e identidades de los “mundos” que el mismo hombre ha inventado y que la naturaleza, de alguna manera, le ha impuesto.
Las llamadas sociedades líquidas son un reflejo latente de lo que el mismo hombre ha “creado” con la búsqueda de la perfección. Esta sociedad se caracteriza por la deshumanización y en ella se evidencia la sustitución de los valores para la vida y la convivencia. Promoviendo el individualismo donde la felicidad se convierte en un deseo individual; el tener es una necesidad provocada por el consumismo rapaz, donde el rico es más rico y puede acceder a todas sus satisfacciones y el pobre es más pobre y es incapaz de alcanzar su felicidad generando su propia insatisfacción.
Los individuos son seres flexibles, versátiles y mutantes, dueños de una identidad ambigua, esto los convierte en sujetos frágiles y sin arraigo. Se generan sociedades inseguras, con incertidumbre por el devenir.
El nacimiento de este tipo de sociedad, donde desaparece el estado como el sólido al que se aferraba el hombre, impone a la humanidad cambios radicales donde los sujetos son responsables directos de sí mismos, de sus glorias o de sus fracasos.
De otra parte, la sociedad del riesgo se entiende como un momento histórico de desarrollo de la sociedad, donde las acciones humanas han motivado riesgos industriales, económicos, políticos y sociales que difícilmente han sido controlados por las instituciones de protección y control. Este estado de desarrollo industrial, tecnológico y económico entre otros, ha generado daños sistemáticos e irreversibles en los seres y su entorno haciéndose manifiesto un vacio político e institucional. En este mismo sentido, el manejo de las telecomunicaciones responde a intereses y conveniencias específicas, de personajes específicos, en momentos y espacios predeterminados. Cuna que permite que la aparición de un capitalismo avasallador establezca nuevas y más perversas formas de dominación, que son asumidas misteriosa y voluntariamente por los ciudadanos. Entonces las sociedades se someten y se hacen cargo de los riesgos que ellas mismas han incitado y frente a las cuales la reflexión permite la aparición de movimientos sindicalistas y ecologistas que se convierten en “pañitos de agua tibia” frente a la necesidad de responder ante las catástrofes provocadas por la “globalización del mundo y de la vida”
Tanto en la sociedad líquida como en la del riesgo, los vínculos humanos se enmarcan en sentimientos de frustración, miedo, inseguridad y desconcierto donde la falta de transparencia y la ausencia de la verdad permean todo y a todos. Son sociedades ambiguas y flexibles como lo son también los sujetos quienes con sus acciones pasajeras, intrascendentes y fugaces generan soluciones inconclusas y efímeras.
La sociedad colombiana no es ajena a esta realidad mundial, donde las tipologías de las sociedades líquida y del riesgo han invadido la existencia de todos los seres vivos, porque todos los seres vivos nos encontramos atrapados en este espacio y momento y estamos siendo “apaleados, golpeados, maltratados” por los fenómenos sociales que identifican este instante histórico.
Estamos alienados y sometidos por el capitalismo y el consumismo. No existen condiciones de equidad e igualdad que aseguren los derechos fundamentales que nos son inherentes, como lo son el derecho a la vida, la salud, la educación, el trabajo,… Es decir, a una existencia digna que permita a los individuos pensar un proyecto de vida. Vivimos en un mundo incierto, individualista, precario, vacilante, que se traduce en sujetos inestables, frágiles, egoístas, intolerantes y violentos.
La escuela y por ende la educación no escapan a esta realidad. Nuestros estudiantes son el reflejo palpable de la servidumbre voluntaria. Se escabullen de toda responsabilidad, no reconocen la otredad, no asumen como suyo el entorno, evaden los cuestionamientos y las reflexiones con el ánimo de facilitar y justificar sus actos de vandalismo, de insurgencia mal concebida; rindiéndose a las banalidades y modalidades legales o ilegales que les permitan asegurar un sustento pasajero y momentáneo. No vislumbran la educación, ni el conocimiento formal como una posibilidad de dignificación de la vida y de la persona. Ante este panorama, bastante desconsolador por cierto, los maestros tenemos la responsabilidad y el compromiso ético de acercar de manera consiente, racional y reflexiva las realidades y problemáticas al aula, al espacio educativo utilizando estrategias motivantes que despierten el interés de los estudiantes para que mediante el análisis, la crítica y la reflexión se asuman posiciones propositivas que engendren la construcción de posibilidades y condiciones de una sociedad verdaderamente mejor.
La educación debe constituirse en una herramienta de transformación y de afianzamiento de valores para la vida y la convivencia. En la escuela se deben difundir, reivindicar y defender los derechos humanos. Debe ser un espacio donde la cotidianidad permita legitimar acciones desde y con los derechos de todos y todas, para todos y todas. Recordemos que educar es formar sujetos dueños de su propia conciencia y responsables de sus actos. Permitámonos sociedades verdaderamente democráticas donde se garantice la dignidad humana y el respeto a sus derechos.
DOCENTE MARTHA LUCIA MORENO CORTES. IED RAFEL URIBE URIBE. LOC. SEXTA

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