Los vínculos humanos en las sociedades liquidas son débiles. Casi se esfuman en el mar de la angustia en la cual naufraga el individuo desprotegido luchando constantemente contra todos y contra todo convencido de que tiene que ser el mejor para poder sobrevivir pierde toda solidaridad y fraternidad, el individualismo lo lleva a sentir la soledad de su impotencia y la angustia de estar aislado arrojado en un mundo hostil donde a veces establece relaciones simbióticas con el alcohol, la droga, con relaciones mal tratantes, con ideologías alienantes y excluyentes. En las sociedades de riesgo paralela a la expuesta arriba, la situación termina de agravarse para el ser humano; pues la incertidumbre que produce reconocer la complejidad de los efectos del progreso del mundo actual, lo deja aun, más desolado e indefenso, de manera especial; comprender que la ilusión de servirse de los descubrimientos científicos para mitigar enfermedades o pobreza, posiblemente nos es para todos, sino para unos privilegiados, y que el juego del poder globalizado patentizara la brecha distanciando cada día más a pobres y ricos.
Colombia nuestra querida nación, no es ajena al malestar de la incertidumbre, de la falta de oportunidades de trabajo de la falta de oportunidades de educación de calidad, nuestros jóvenes se sumergen en la ilusión y el espejismo de creer que conocen las nuevas tecnologías de la información por que chatean y/o hacen grupos en facebook sin entender y diferenciar alienación de creación. Lo anterior sin analizar problemas más complejos como la oportunidad a una salud de calidad, y muchas más.
Desde nuestra labor educativa la tarea es ardua, y de mucha responsabilidad como docentes tenemos el reto de rescatar a nuestros niñas y niños, de la angustia llevando la esperanza, a través de nuestro ejemplo y reconocimiento como seres humanos dignos y capaces de conseguir la solidaridad y reconocimiento real de sus derechos y el pleno convencimiento que deben también reconocer su responsabilidad frente a su futuro.
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